“Miguel Hernández” de Julio Salvatierra. Dirección: Marina Szerezevsky y Álvaro Lavín. Madrid. Sala Cuarta Pared.
La trayectoria artística de Teatro Meridional es de una gran belleza moral. Una joven compañía estable llena de tenacidad y talento, que no sólo ha dado un puñado de buenos espectáculos, sino que además marca unas pautas teatrales enormemente certeras, en tiempos de marejadas de incertidumbre en el rumbo del teatro.
Miguel Hernández es todo un personaje simbólico de la cultura española, el pastor sensible que con tenacidad y genio poético pudo superar su escalafón social en tiempos de revolución. Hernández es la cruz de la moneda de aquella brillante generación de caras, nacidos en el seno de la burguesía ilustrada, que alcanzaron brillantes posiciones en el gobierno de las artes y las letras de su tiempo. Miguel Hernández encarna al hombre hecho a sí mismo; el milagro de una república igualitaria, donde todos los nacidos con talento tenían los mismos derechos, fuera cual fuera su origen social. La guerra civil no sólo quebró aquel sueño del pueblo, sino que provocó unas posiciones radicales y panfletarias en muchos de estos artífices de la palabra, como el mismo Hernández, que enturbiaron la nitidez de su obra.
Realizar un espectáculo a partir de un personaje tan conocido, como el poeta de Orihuela, entraña sus riesgos. El trabajo de documentación que realiza la Compañía, con su dramaturgo oficial, Julio Salvatierra, es del todo encomiable; aunque quizás amarre un tanto el vuelo del proyecto. Contar y evocar fidedignamente los hechos históricos que influyeron en la vida del poeta, es un derrotero posible dramáticamente, pero no encierra en si mismo la semilla de un conflicto que pueda desarrollarse en el drama y hacer tomar partido a los espectadores, o lo que es lo mismo: implicarse mental y emocionalmente. El público contemporáneo admira la figura y la obra de Miguel Hernández, está por encima de cualquier tipo de filias o de fobias por su gran arte poética; y esto frena las posibilidades teatrales del tema-personaje elegido.
Para estructurar la pieza, Salvatierra ha incorporado a un selecto y restringido coro de personajes del entorno directo del poeta murciano: su esposa Josefina, su amigo Ramón Sijé y el poeta Pablo Neruda, acompañados de una misteriosa dama oculta. La inteligencia, la sobriedad escénica y la apuesta radical por el trabajo de interpretación son cualidades habituales de los trabajos escénicos de Teatro Meridional, que vuelven a aflorar en esta delicada y potente propuesta teatral, en torno a la figura de Miguel Hernández.
Una sala a rebosar de espectadores, aplaudió y vitoreó a los integrantes de la compañía, y la honestidad y belleza que demuestran continuadamente en su trabajo.
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