sábado, 26 de junio de 2010

EL BUMERANG DE LA MEMORIA


"Las bicicletas son para el verano”. De Fernando Fernán Gómez. Dirección: Luis Olmos. Reparto: Gerardo Malla. Gloria Muñoz. Julián González. Lucia Quintana. Sandra Ferrús. Enriqueta Carballeira. Julián Ortega. Charo Soriano. Pedro G. de las Heras. Susana Hernández. Coté Soler. David Lorente. Marta Poveda. Luis G. Gámez. Escenografía: Daniel Blanco. Vestuario: Maria Luisa Engel. Música: Yann Díez Doizy. Madrid. Teatro de La Latina. 6-2-2003.

La guerra es la peor plaga que puede atacar a la humanidad. Como un gusano invisible se va colando en las vidas de todos los que ni siquiera la decidieron. Sus estragos afloran cruentos en los núcleos más cotidianos: el hambre, la enfermedad y la muerte rompen todos los planes, los proyectos, los sueños, las vacaciones, los enamoramientos. La individualidad, y por tanto la intimidad, hacen sus maletas en tiempo de guerra.
“Las bicicletas son para el verano” de Fernando Fernán Gómez es una crónica de este usurpamiento. La terrible guerra civil española ha producido una catarata de novelas, películas y alguna que otra obra de teatro intensa. No ha podido escribirse aún una gran tragedia de nuestra guerra fratricida. En tiempos del régimen victorioso hubiera sido imposible estrenarla; en democracia no ha habido muchos intentos de calibrar directamente el tema. “Las bicicletas …” es uno de estos pocos y afortunados intentos. Estrenada en los ochenta, -con gran éxito y un inolvidable reparto- la obra de Fernán Gómez regresa a los escenarios con toda su frescura y una enorme vigencia. Partiendo de una comedia de costumbres ácida y amarga, el autor consigue transmitir su tesis antibelicista a través de las trasformaciones que se producen en la vida de cada uno de los personajes. El dramaturgo tiene la humildad de quedarse en un segundo plano, y dar voz propia a sus criaturas escénicas. La gran batalla de la guerra se contempla desde el comedor del hogar a la hora del almuerzo. Desde esta cotidianidad milita el autor, ejerciendo su memoria como testigo directo de la contienda. Los héroes de este drama bélico son los mismos personajes que podrían estar en el patio de butacas contemplando una buena función de teatro.
Luis Olmos ha conseguido transmitir a su montaje de “Las bicicletas…” un aliento unitario que se respira en cada uno de los intérpretes, en la estilizada y eficaz puesta en escena, en la música, y en la estética total del montaje. Parece que el autor contagia a los directores que representan su pieza, el inteligente perfume moral con que su obra está escrita y construida.
Gerardo Malla realiza una feliz interpretación del padre de familia que protagoniza la obra; parece el mismo Fernán Gómez ejerciendo de padre del mismo auditorio. Gloria Muñoz da vida a su esposa, con entrañables y creíbles registros realistas. Enriqueta Carballeira le pone motor acelerado a su personaje de vecina en apuros. Charo Soriano está sencillamente genial en el rol de la vieja decidida a divorciarse. Sandra Ferrús, Susana Hernández y Pedro G. de las Heras realizan notables interpretaciones.
Aunque uno de los mayores valores de este espectáculo es constatar la vitalidad que toma la obra con sus más jóvenes intérpretes. El artilugio de la memoria teatral alcanza en ellos su mayor razón de ser. Lucía Quintana demuestra unas cualidades sobresalientes para la escena dramática; su personaje de Manolita está lleno de vida, belleza y talento. También el joven Julián Ortega promete las mejores cualidades interpretativas, como el amigo de Luis, interpretado por Julián González.
La obra fue interrumpida con aplausos en numerosas ocasiones, y al final toda la compañía (y su autor ausente) fueron ovacionados por un emocionado patio de butacas, puesto en pie ante el escenario.

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