lunes, 21 de junio de 2010

EL CRISTO QUE NO RESUCITÓ


“Jesús de Nazaret”. Adaptación basada en el Nuevo Testamento de Ana I. Flores. P. C. Garçon. A. Fuentes. Dirección : Philippe Ch. Garçon. Música : Guillermo Moreno y Luis Mayo. Reparto: Paco Gallego. Gorka Arranz. Nacho Guerreros. Keni Roldán. Joaquín Ortiz. Franciska Ródenas… Teclados: Julián Benjamín. Madrid. Teatro Mayor.

La religión es la madre del teatro. De sus ceremonias, fueron evolucionando en complejidad y autonomía, ciertos ritos y danzas, hasta transformarse en un arte escénico de origen sagrado. Hasta la mismísima comedia introducía -con fines satíricos- a los dioses del Olimpo. La resurrección del teatro, en plena Edad Media, se produce en el interior de las iglesias. De los pastores del drama litúrgico comenzaron a desprenderse los tipos populares que se aquilatarían posteriormente en nuestras comedias de capa y espada.
No le sienta mal al teatro el tema religioso, ya sean los avatares y enseñanzas de Dionisso, Shiva o Cristo. La epopeya de Jesucristo se fija en el Nuevo Testamento. Las primeras piezas que comenzaron a representarse por el S. XI trataban el tema de la resurrección de Jesús. “Quem Quaeritis” (¿a quien buscáis?) preguntaba el ángel a las tres Marías que se acercaban al santo sepulcro.
La ágil versión del Nuevo Testamento que se representa en el Teatro Mayor bajo el título “Jesús de Nazaret” relata la pasión de Cristo desde su retiro en el desierto, y concluye con su cruxifición en el Calvario. Curiosamente, la obra concluye antes de esta decisiva escena del sepulcro vacío, que viene a probar la divinidad de Jesucristo. No es un montaje ingenuo este “Jesús de Nazaret” como puedan pensar algunos maledicentes. Tampoco es Jesús un tema tabú en el teatro contemporáneo, hace pocas temporadas pudo verse el “Mesías” de S. Berkhoff en La Abadía, un recinto muy adecuado según indica su propio nombre.
El director Philippe Ch. Garçon tiene ideas claras de lo que debe ser una puesta en escena que satisfaga la atención y el interés del respetable, sin llegar a aburrirlo en un solo momento. La versión de Ana I. Flores, Alejandro Fuentes y el propio director es ágil, justa y precisa. Con muy pocos medios y unas altas dosis de ingenio escénico, se representan los episodios del Vía Crucis con escenas cortas de gran nervio teatral. Garçon inunda el espacio vacío con un imaginativo y colorista vestuario de Patricia A., y con las acertadas atmósferas musicales de G. Moreno y L. Mayo, que interpretan en escena los músicos.
Los jóvenes actores que dan vida al extenso coro de personajes de la Pasión de Cristo, lo hacen con energía, dinamismo, y en algunos casos gran riqueza prosódica. Destacan Nacho Guerreros y Gorka Arranz en los papeles del Bautista y Pilatos respectivamente. Paco Gallego presta a la figura de Jesús una atractiva estampa llena de solemnidad y misterio, todo un gran acierto del reparto.
El público aplaudió al final con convicción a los músicos y a los intérpretes. Este digno espectáculo tendría unas fechas idóneas de representación en torno a Semana Santa. Recuperaría y continuaría una nada desdeñable tradición de todo el teatro europeo.

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