sábado, 26 de junio de 2010

EL PRECIO DE LA GUERRA


"Ifigenia o el pecado de los dioses”. De Michel Azama. Dirección: Véronique Nordey. Reparto: Alicia Merino. Jorge Gurpegui. Josep Albert. Mercedes Arbizu. Natalia Barrero. Nerea Moreno. Natalia Barrero. Óscar Piñero. Clemente García. Pepa García. Ana Lucía Maestre. Martínez Viejo. Guillermo Amaya… Violín: Amancay Gaztañaga. Espacio sonoro: Manuel Maldonado. Madrid. Teatro Pradillo.

A la figura de Ifigenia se la ha invocado en el teatro para afrontar recurrentemente un problema ético y humanitario. El sacrificio -requerido por los Dioses- de la hija de Agamenón, para devolver los vientos a su curso y que pudieran zarpar las naves de guerra hacia Troya, plantea un debate moral esencial en la historia de Occidente: ¿es Agamenón un ignominioso parricida, o un político consecuente frente a sus obligaciones para con la guerra? Esquilo narró el sacrificio de la joven, Eurípides salvó a Ifigenia, igual hizo Racine, Goethe, Wagner. Por Nietsche fue nuevamente ejecutada…
¿Qué precio estamos dispuestos a pagar por los horrores de la guerra?, parecen plantearnos todos los dramaturgos que han revisitado el mito clásico. El debate moral de “Ifigenia” no puede resultar –desgraciadamente- más oportuno. El teatro tiene una doble función: entretener criticando, por medio de la comedia; y provocar la reflexión del público, desempolvando su inteligencia dormida por medio del rito.
El dramaturgo francés Michel Azama demuestra un tacto justo y un cálculo exquisito de todos los ingredientes que debe reunir un texto trágico, y sabe cómo transmitirle un hálito de presente al mito clásico.
“Hay que exigir más al teatro”, reclamaba Brecht insistentemente. El montaje de “Ifigenia” dirigido por Véronique Nordey viene a ser una lúcida respuesta a esa demanda. En el espacio vacío, Nordey suelta a sus criaturas escénicas, para que repartan la sagrada palabra dramática, con piedad, desesperación, o pureza. El animalístico coro trágico de seis cuerpos y seis cabezas realiza un trabajo furioso y minucioso, de certera lucidez trágica. Todo el elenco ajusta su interpretación en el tono preciso de su personaje. Joseph Albert insufla una limpia desesperación a su Agamenon. Jorge Gurpegui demuestra una rotunda presencia escénica y vocal, dando vida a un agreste Aquiles. Alicia Merino como Ifigenia sirve la dulzura e ingenuidad de la muchacha enamorada, ignorante de su destino.
Todo es lo que debe ser en este exigente y rico montaje de “Ifigenia” que nos han brindado Michel Azama y V. Nordey. El espectáculo demuestra una manera tan digna y verdadera de entender el carácter artístico y social del teatro, que si viene de Francia, habría que ir pensando en importarla, tanto para nuestras salas alternativas, como para nuestros teatros públicos.
El público, entusiasmado ante la calidad total de la propuesta, desplegó una intensa salva de aplausos dedicados a los intérpretes, el autor, la directora, y sobre todo, a una manera tan noble de entender el teatro.

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