“Cena para dos”. De Santiago Moncada. Reparto: José Luis López Vázquez. Carmen de la Maza. Rosa Valenty. Dirección: Víctor Conde. Escenografía: Arte Zetta. Iluminación: Rafael González. Producción ejecutiva: Alain Cornejo. Madrid. Teatro Muñoz Seca.
Uno de los mejores indicios para reconocer que el arte teatral se está fortaleciendo cada vez más, es la diversificación de la oferta según las necesidades de los diferentes públicos. Santiago Moncada ha escrito “Cena para dos” con la intención de desentrañar las claves de la soledad y el desencanto que encierra la vida para tantos viudos y viudas que pueblan cada vez más nuestro país, echándole mucho humor a la decadencia física que conlleva el paso de los años.
El autor pretende conseguir un producto más amable que patético, más humorístico que decadente, buscando lograr una suerte de medicamento dramático contra las impotencias de la vejez, así como una llamada a la esperanza de que no todo está perdido, aunque el cuerpo se empeñe en demostrar lo contrario.
Emi es una viuda millonaria que asiste atónita tanto a la maduración precoz de su hija, como al rejuvenecimiento progresivo de su amiga de toda la vida. Ambas mujeres extremas coinciden en su cultivo del sexo con una caterva de amantes incesantes. Emi lleva 15 años viuda y no ha vuelto a conocer varón desde el deceso de su esposo, al que sigue guardándole una fidelidad de ultratumba. Por exigencias de la apretada agenda amatoria de Berta -su íntima amiga descocada- Emi se ve obligada a sustituirla en una cita que tenía concertada con un dentista, al tiempo que recibe la noticia de que su difunto esposo le fue infiel en vida, incluida su gran amiga Berta.
Impulsada por la rabia de tan funesta noticia, la viuda virgen se lanza a devorar al primer hombre que se presente, y ¿quién mejor que el esperado dentista?
El veterano actor José Luis López Vázquez interpreta al primo del dentista, que también viene a sustituirlo, con lo que se produce una situación de empatía entre ambos sustitutos de la romántica cena concertada.
“Cena para dos” es una excelente oportunidad de disfrutar del gran arte escénico de López Vázquez y Carmen de la Maza, con la que forma una de las parejas cómicas más brillantes de nuestra cartelera. El buen hacer y el personal estilo de ambos intérpretes se derrama sobre las tablas produciendo un espectáculo tierno, divertido, original y de una actualidad vibrante, como demuestran las carcajadas y los aplausos finales del público, identificado plenamente con la escena.
Si la comicidad de López Vázquez es conocida de todos por sus numerosas películas, en teatro sus artes histriónicas se volatilizan y suavizan entrando en el peculiar registro de los figurones, que con sólo mover las cejas, o emitir un susurro, están consiguiendo que se destornille el patio de butacas. Carmen de la Maza, con una sensibilidad teatral exquisita y elegante, también da mucho que reír al respetable con unos diálogos y unas salidas extraídas del vocabulario juvenil actual más castizo e improbable. Rosa Valenty complementa a la perfección este trío, con su belleza y simpatía inmarchitables.
El numeroso público que abarrotaba el teatro aplaudió y rió complacido a sus intérpretes de esta comedia de mayores, no por geriátrica menos eficaz y contundente.
Uno de los mejores indicios para reconocer que el arte teatral se está fortaleciendo cada vez más, es la diversificación de la oferta según las necesidades de los diferentes públicos. Santiago Moncada ha escrito “Cena para dos” con la intención de desentrañar las claves de la soledad y el desencanto que encierra la vida para tantos viudos y viudas que pueblan cada vez más nuestro país, echándole mucho humor a la decadencia física que conlleva el paso de los años.
El autor pretende conseguir un producto más amable que patético, más humorístico que decadente, buscando lograr una suerte de medicamento dramático contra las impotencias de la vejez, así como una llamada a la esperanza de que no todo está perdido, aunque el cuerpo se empeñe en demostrar lo contrario.
Emi es una viuda millonaria que asiste atónita tanto a la maduración precoz de su hija, como al rejuvenecimiento progresivo de su amiga de toda la vida. Ambas mujeres extremas coinciden en su cultivo del sexo con una caterva de amantes incesantes. Emi lleva 15 años viuda y no ha vuelto a conocer varón desde el deceso de su esposo, al que sigue guardándole una fidelidad de ultratumba. Por exigencias de la apretada agenda amatoria de Berta -su íntima amiga descocada- Emi se ve obligada a sustituirla en una cita que tenía concertada con un dentista, al tiempo que recibe la noticia de que su difunto esposo le fue infiel en vida, incluida su gran amiga Berta.
Impulsada por la rabia de tan funesta noticia, la viuda virgen se lanza a devorar al primer hombre que se presente, y ¿quién mejor que el esperado dentista?
El veterano actor José Luis López Vázquez interpreta al primo del dentista, que también viene a sustituirlo, con lo que se produce una situación de empatía entre ambos sustitutos de la romántica cena concertada.
“Cena para dos” es una excelente oportunidad de disfrutar del gran arte escénico de López Vázquez y Carmen de la Maza, con la que forma una de las parejas cómicas más brillantes de nuestra cartelera. El buen hacer y el personal estilo de ambos intérpretes se derrama sobre las tablas produciendo un espectáculo tierno, divertido, original y de una actualidad vibrante, como demuestran las carcajadas y los aplausos finales del público, identificado plenamente con la escena.
Si la comicidad de López Vázquez es conocida de todos por sus numerosas películas, en teatro sus artes histriónicas se volatilizan y suavizan entrando en el peculiar registro de los figurones, que con sólo mover las cejas, o emitir un susurro, están consiguiendo que se destornille el patio de butacas. Carmen de la Maza, con una sensibilidad teatral exquisita y elegante, también da mucho que reír al respetable con unos diálogos y unas salidas extraídas del vocabulario juvenil actual más castizo e improbable. Rosa Valenty complementa a la perfección este trío, con su belleza y simpatía inmarchitables.
El numeroso público que abarrotaba el teatro aplaudió y rió complacido a sus intérpretes de esta comedia de mayores, no por geriátrica menos eficaz y contundente.
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