“Ciclo Tebano. Edipo Rey”. De Sófocles. Versión y dirección: Manuel Canseco. Reparto: Francisco Hernández. José Maya. Ramón Pons. Mayte Brik. Amaya Curieses. Manuel Brun… Vestuario: Lorenzo Collado. Espacio sonoro y Coros: Miguel Tubía. Madrid. Galileo Teatro.
Tener la posibilidad de asistir en Madrid a la representación de una tragedia griega es poco frecuente. Si tenemos en cuenta que en el Teatro Galileo pueden verse cuatro tragedias, (el ciclo tebano completo de Sófocles) el mérito de la tarea de Manuel Canseco como adaptador, director y alma mater de este saludable y arriesgado proyecto, se multiplica.
Según Aristóteles, Sófocles fue el más perfecto de los tres grandes trágicos de Atenas. En su Poética intentó fijar el canon de la gran tragedia ática en torno a los hallazgos de este autor, olvidando el primitivismo truculento de Esquilo y las concesiones humanísticas de Eurípides.
Tebas siempre fue enemiga de los atenienses. El hecho de que la capital helénica fuese devastada y destruida da buena prueba del odio que despertaba entre los estados de la Hélade.
“Edipo rey” quizás sea la más conocida de todas las tragedias, pues en ella no sólo se muestran los graves destinos de los hombres en manos de los caprichosos juegos de los dioses. Edipo perderá sus ojos y será exiliado por orden y designio propios. Su esposa Iocasta se ahorcará y sus hijos Eteocles y Polinices se enfrentarán en una guerra terrible que terminará fulminándolos y arrastrando consigo a su hermana Antígona. El banquete de desgracias que se abate sobre la familia real tebana ejemplifica lo fútil del destino humano.
Manuel Canseco ha dirigido una colorista y rigurosa tragedia griega en la que los parlamentos de los protagonistas y el corifeo están milimétricamente cuidados. El coro tiene una importancia especial pues no sólo articula las diferentes escenas, sino que procesiona por todo el espacio de la sala creando con su presencia esa terrible atmósfera trágica que se abatirá sobre los personajes de la obra.
Francisco Hernández representa a Edipo con una poderosa voz y una potente presencia escénica. Mayte Brick despliega todo su pathos trágico de primera actriz para encarnar las tribulaciones culpables de Iocasta. José Maya -en un registro más realista- ejecuta las danzas verbales del corifeo, abrazando los fatales presagios sobre los protagonistas. Ramón Pons presta patetismo desgarrado al viejo y sabio Tiresias, y Manuel Brun da prestancia y arrogancia a su Creonte.
Sin máscaras ni coturnos, los intérpretes de “Edipo Rey” inyectan la solemnidad de la tragedia en el espacio teatral de la sala. Gracias a este osado proyecto, muchos espectadores tendrán la primera oportunidad de poder disfrutar de la representación de una tragedia griega, traída oportunamente a escena con la mayor seriedad y respeto que merece el género sobre el que descansa la historia de todo el teatro occidental. El público aplaudió repetida e insistentemente a los intérpretes.
Tener la posibilidad de asistir en Madrid a la representación de una tragedia griega es poco frecuente. Si tenemos en cuenta que en el Teatro Galileo pueden verse cuatro tragedias, (el ciclo tebano completo de Sófocles) el mérito de la tarea de Manuel Canseco como adaptador, director y alma mater de este saludable y arriesgado proyecto, se multiplica.
Según Aristóteles, Sófocles fue el más perfecto de los tres grandes trágicos de Atenas. En su Poética intentó fijar el canon de la gran tragedia ática en torno a los hallazgos de este autor, olvidando el primitivismo truculento de Esquilo y las concesiones humanísticas de Eurípides.
Tebas siempre fue enemiga de los atenienses. El hecho de que la capital helénica fuese devastada y destruida da buena prueba del odio que despertaba entre los estados de la Hélade.
“Edipo rey” quizás sea la más conocida de todas las tragedias, pues en ella no sólo se muestran los graves destinos de los hombres en manos de los caprichosos juegos de los dioses. Edipo perderá sus ojos y será exiliado por orden y designio propios. Su esposa Iocasta se ahorcará y sus hijos Eteocles y Polinices se enfrentarán en una guerra terrible que terminará fulminándolos y arrastrando consigo a su hermana Antígona. El banquete de desgracias que se abate sobre la familia real tebana ejemplifica lo fútil del destino humano.
Manuel Canseco ha dirigido una colorista y rigurosa tragedia griega en la que los parlamentos de los protagonistas y el corifeo están milimétricamente cuidados. El coro tiene una importancia especial pues no sólo articula las diferentes escenas, sino que procesiona por todo el espacio de la sala creando con su presencia esa terrible atmósfera trágica que se abatirá sobre los personajes de la obra.
Francisco Hernández representa a Edipo con una poderosa voz y una potente presencia escénica. Mayte Brick despliega todo su pathos trágico de primera actriz para encarnar las tribulaciones culpables de Iocasta. José Maya -en un registro más realista- ejecuta las danzas verbales del corifeo, abrazando los fatales presagios sobre los protagonistas. Ramón Pons presta patetismo desgarrado al viejo y sabio Tiresias, y Manuel Brun da prestancia y arrogancia a su Creonte.
Sin máscaras ni coturnos, los intérpretes de “Edipo Rey” inyectan la solemnidad de la tragedia en el espacio teatral de la sala. Gracias a este osado proyecto, muchos espectadores tendrán la primera oportunidad de poder disfrutar de la representación de una tragedia griega, traída oportunamente a escena con la mayor seriedad y respeto que merece el género sobre el que descansa la historia de todo el teatro occidental. El público aplaudió repetida e insistentemente a los intérpretes.
* Crítica inédita
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