sábado, 19 de junio de 2010

PIERROT URBANO


“Una noche con Gabino”. Texto original e interpretación: Gabino Diego. Dirección: Gina Piccirilli. Escenografía: Ana Garay. Iluminación: Eduardo Cueto. Madrid. Teatro Arlequín.

Gabino Diego tiene una virtud como actor, y es que el público lo quiere. No sucede con todo el mundo. Ser un excelente intérprete no garantiza la incondicionalidad afectiva del público. Su estado de comicidad enlaza con el calor que despierta un humorista, un bufón o un payaso. Gabino está más cerca del dulce y tierno encanto de Pierrot, que del golferío de Arlequín.
Los monólogos de estrellas famosas del cine se está convirtiendo en otro subgénero gracias a la crisis de los rodajes cinematográficos. ¿Quién iba a decirles que iban a tener en las tablas teatrales su red de salvamento? Los maltratados dramaturgos patrios no deben andar muy contentos con este florecer de vivencias biográficas relatadas por los mismos actores desde la escena, pero al público no parece importarle demasiado, por el contrario, sienten que de esta manera conocen más de cerca al personaje.
Gabino Diego realiza un loable y dinámico esfuerzo para llenar de vida la escena, derramando su personalidad por todo el teatro. Su sonrisa se gana la atención del público, que responde con risas a sus ocurrencias. El actor da a conocer en este espectáculo sus poco conocidas cualidades como imitador y cantante.
Muchos personajes artísticos de su entorno son convocados por Gabino a la escena, como su mentor Fernán Gómez, sus amigos Jorge Sanz o Santiago Segura, o el entrañable personaje de su abuela, o el camello de su barrio, una de las más brillantes composiciones de este retablo de personajes de la vida de Gabino Diego.
El actor enriquece la agilidad de la representación incorporando una serie de números musicales que han marcado su vida y su carrera y que canta e interpreta con soltura y con gracia. Se venga de los críticos que le maltrataron, recitando (por consejo del maestro Fernán Gómez) las malas críticas recibidas. Es todo un hallazgo, ya que debe ser la primera vez que una crítica teatral se convierte literalmente en material dramático; para que luego digan que la crítica no es un oficio artístico.
El público participa permanentemente del espíritu festivo de la representación, interrumpiendo con sus aplausos la entregada actuación de tan entrañable intérprete.

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