"¡Viva Madrid!" Dramaturgia: P.P. Juárez. Dirección de escena: Adrián Ortega. Dirección musical: J. A. Irastorza. Decorado: J. Mª Brioa. Vestuario: Ángeles Rodríguez. Coreografía: Ana Gómez. Reparto: Quique Camoiras. Manolo Codeso. Marta Valverde. Milagros Ponti. Boro Giner. Lorenzo Valverde. Mª José Nieto. Toni River. Madrid. Teatro Reina Victoria.
El género musical siempre ha gozado de la predilección del público madrileño. Desde el esplendor de la zarzuela y el género chico, hasta el estallido de la revista musical en la postguerra, este tipo de teatro ha servido sobre todo para alegrar al público. La presencia estimulante de la música, el humor de los viejos maestros, y unos cuerpos de baile -masculinos y femeninos- jóvenes y estimulantes, lo consigue. Como dice la sicalíptica Marta Valverde, (cuando se mezcla con el público y juega con los esposos del patio de butacas), uno de los objetivos de este tipo de espectáculos es encender a los maridos, y que luego sean las esposas quienes se los fumen. En "¡Viva Madrid!" todos estos ingredientes están servidos en abundancia. El público no se quedará con hambre de espectáculo.
Bajo un bonito decorado, que representa la castiza puerta de Toledo, se interpreta una eficiente selección de números musicales, combinados con unos actualísimos "entremeses cómicos", justamente interpretados por Camoiras y Codeso; parece que fueron escritos para ellos. La producción del montaje es en gran medida, responsable de este éxito. Más de cuarenta artistas en escena, buenos cómicos, cantantes y bailarines; trajes coloristas y espectaculares; canción en directo; carne joven al aire de la danza, y hasta los "imprescindibles audiovisuales" proyectando imágenes de época sobre la pantalla, hacen que "¡Viva Madrid" sea un musical castizo sin asomo de nostalgia.
Camoiras y Codeso componen sus personajes con esa credibilidad convencional del género; Milagros Ponti (una "Mae West española" a tener muy en cuenta en todo tipo de proyectos escénicos) disfruta y goza pisando las tablas. Marta Valverde se mete en el puño al respetable con su belleza y toda su gracia. María José Nieto, Lorenzo Valverde y Boris Giner cantan con vigor y bellas voces; y Tony River demuestra ser un intérprete con un sensible misterio, capaz de hechizar al público, y arrastrarlo hasta otros tiempos. Las chicas y chicos del cuerpo de baile aportan juventud, garra, y –algunos- mucho talento. Si quiere disfrutar de un espectáculo musical de los de antes, con todos los medios de ahora, no se lo pierda. Era jueves por la tarde y el teatro estaba lleno.
El género musical siempre ha gozado de la predilección del público madrileño. Desde el esplendor de la zarzuela y el género chico, hasta el estallido de la revista musical en la postguerra, este tipo de teatro ha servido sobre todo para alegrar al público. La presencia estimulante de la música, el humor de los viejos maestros, y unos cuerpos de baile -masculinos y femeninos- jóvenes y estimulantes, lo consigue. Como dice la sicalíptica Marta Valverde, (cuando se mezcla con el público y juega con los esposos del patio de butacas), uno de los objetivos de este tipo de espectáculos es encender a los maridos, y que luego sean las esposas quienes se los fumen. En "¡Viva Madrid!" todos estos ingredientes están servidos en abundancia. El público no se quedará con hambre de espectáculo.
Bajo un bonito decorado, que representa la castiza puerta de Toledo, se interpreta una eficiente selección de números musicales, combinados con unos actualísimos "entremeses cómicos", justamente interpretados por Camoiras y Codeso; parece que fueron escritos para ellos. La producción del montaje es en gran medida, responsable de este éxito. Más de cuarenta artistas en escena, buenos cómicos, cantantes y bailarines; trajes coloristas y espectaculares; canción en directo; carne joven al aire de la danza, y hasta los "imprescindibles audiovisuales" proyectando imágenes de época sobre la pantalla, hacen que "¡Viva Madrid" sea un musical castizo sin asomo de nostalgia.
Camoiras y Codeso componen sus personajes con esa credibilidad convencional del género; Milagros Ponti (una "Mae West española" a tener muy en cuenta en todo tipo de proyectos escénicos) disfruta y goza pisando las tablas. Marta Valverde se mete en el puño al respetable con su belleza y toda su gracia. María José Nieto, Lorenzo Valverde y Boris Giner cantan con vigor y bellas voces; y Tony River demuestra ser un intérprete con un sensible misterio, capaz de hechizar al público, y arrastrarlo hasta otros tiempos. Las chicas y chicos del cuerpo de baile aportan juventud, garra, y –algunos- mucho talento. Si quiere disfrutar de un espectáculo musical de los de antes, con todos los medios de ahora, no se lo pierda. Era jueves por la tarde y el teatro estaba lleno.
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