“Una hora de poemas y canciones”. De Bertolt Brecht y Kurt Weill. Dirección e interpretación: Nuria Espert. Piano: Pedro Navarrete. Teatro de La Abadía. 8-5-2002.
La pareja artística formada por el poeta y dramaturgo alemán Bertolt Brecht y el compositor musical Kurt Weill, se ha convertido en la compañía más deseada por las grandes divas de la escena contemporánea, cuando deciden salir a un recital ante el público, donde su personalidad no se transforma en la de una heroína dramática, sino en la presencia de una voz sensible y masculina. Que Nuria Espert, Cype Lincowsky, Ute Lemper, o Hanna Schygulla hayan elegido esta compañía viril poética y cuartelera de Bertolt y Kurt, ya crea un primer conflicto de representación. Grandes Damas de la escena, interpretando un mundo de hombres bizarros y contradictorios. La combinación de canciones con poemas o fragmentos dramáticos, forman un cóctel canalla, maldito y estimulante.
Nuria Espert es una superviviente. En ella se encarna un concepto de la interpretación que desgraciadamente ya no existe. El arte de la Rachel, de la Paiva, de la Duse, de Ellen Terry, María Guerrero o Sara Bernhardt, no son ya patrimonio de nuestro tiempo. Estas actrices máximas no sólo interpretaban sus personajes uno tras otro, con sus mejores artes dramáticas, sino que tenían una conciencia de la grandeza de su carrera artística, de tal forma que cada nuevo proyecto se planificaba como un acontecimiento, una nueva ocasión de entregarse al público de una nueva forma. Así se inicia la pasión convulsa del público por las divas.
En este intenso recital de “Una hora de poemas y canciones”, la Espert vuelve a demostrar lo que es el control del lenguaje teatral, para penetrar en el público de una forma insoslayable. Bisturí oblicuo que perfora hipnóticamente la percepción del público. Silencio y sobrecogimiento de ceremonia brechtiana, impulsado por el arte caliente y matemático de una actriz sin par.
El discurso político, los poemas de amor, los monólogos dramáticos, y canciones como Bilbao Song, Surabaya Johny, Jenny de los piratas, o Mackie Navaja, son entonados por la actriz, desgranando en matices vocales de dramaticidad, la musicalidad de las notas.
Acompañada por el pianista Pedro Navarrete en un sobrio espacio negro y vacío, acolchonado por los rumores y los ritmos brillantes del piano, la Espert va evolucionando del abrigo y el sombrero negros, a la flor roja de pelo suelto y libre, para entrar en los poemas de amor brechtianos.
El público que contempló el recital de la Espert con un silencio profundo, estalló en aplausos al final de la representación, haciendo salir a saludar repetidamente a la gran actriz española, que regaló uno bises finales canallas y humorísticos.
La pareja artística formada por el poeta y dramaturgo alemán Bertolt Brecht y el compositor musical Kurt Weill, se ha convertido en la compañía más deseada por las grandes divas de la escena contemporánea, cuando deciden salir a un recital ante el público, donde su personalidad no se transforma en la de una heroína dramática, sino en la presencia de una voz sensible y masculina. Que Nuria Espert, Cype Lincowsky, Ute Lemper, o Hanna Schygulla hayan elegido esta compañía viril poética y cuartelera de Bertolt y Kurt, ya crea un primer conflicto de representación. Grandes Damas de la escena, interpretando un mundo de hombres bizarros y contradictorios. La combinación de canciones con poemas o fragmentos dramáticos, forman un cóctel canalla, maldito y estimulante.
Nuria Espert es una superviviente. En ella se encarna un concepto de la interpretación que desgraciadamente ya no existe. El arte de la Rachel, de la Paiva, de la Duse, de Ellen Terry, María Guerrero o Sara Bernhardt, no son ya patrimonio de nuestro tiempo. Estas actrices máximas no sólo interpretaban sus personajes uno tras otro, con sus mejores artes dramáticas, sino que tenían una conciencia de la grandeza de su carrera artística, de tal forma que cada nuevo proyecto se planificaba como un acontecimiento, una nueva ocasión de entregarse al público de una nueva forma. Así se inicia la pasión convulsa del público por las divas.
En este intenso recital de “Una hora de poemas y canciones”, la Espert vuelve a demostrar lo que es el control del lenguaje teatral, para penetrar en el público de una forma insoslayable. Bisturí oblicuo que perfora hipnóticamente la percepción del público. Silencio y sobrecogimiento de ceremonia brechtiana, impulsado por el arte caliente y matemático de una actriz sin par.
El discurso político, los poemas de amor, los monólogos dramáticos, y canciones como Bilbao Song, Surabaya Johny, Jenny de los piratas, o Mackie Navaja, son entonados por la actriz, desgranando en matices vocales de dramaticidad, la musicalidad de las notas.
Acompañada por el pianista Pedro Navarrete en un sobrio espacio negro y vacío, acolchonado por los rumores y los ritmos brillantes del piano, la Espert va evolucionando del abrigo y el sombrero negros, a la flor roja de pelo suelto y libre, para entrar en los poemas de amor brechtianos.
El público que contempló el recital de la Espert con un silencio profundo, estalló en aplausos al final de la representación, haciendo salir a saludar repetidamente a la gran actriz española, que regaló uno bises finales canallas y humorísticos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario