sábado, 17 de julio de 2010

LA CENICIENTA DE LONDRES


"My fair Lady". Dirección: Jaime Azpilicueta. Reparto: Paloma San Basilio. José Sacristán. Joan Crossas. SélicaTorcal. Víctor Díaz. Nicolás Dueñas. Carmen Bernardos. Dirección artística: José Ramón de Aguirre. Arreglos y dirección de orquesta: Alberto Quinteros. Coreografía: Goyo Montero. Decorados: Gerardo Trotti. Vestuario: José Ramón de Aguirre/Gabriela Salaverri. Madrid. 17-10-2001.

El mito de Pygmalión viene de antiguo. George Bernard Shaw lo recuperó para la escena inglesa, y posteriormente Alan Jay Lerner y Frederic Loewe realizaron la inspirada versión musical para teatro, hasta elevarlo a la categoría de clásico del género. El éxito fue tal, que la fagocitadora industria cinematográfica de Hollywood lo puso en mano de uno de sus directores más seguros, Georges Cukor, contando con la inestimable colaboración de Audrey Hepburn, (ese ángel portentoso que sigue iluminando con su rostro las pantallas,) Rex Harrison, y el exquisito y aristocrático Cécil Beaton, encargado de la dirección artística y del vestuario de la inolvidable película.
Tal y como está de rebosante la cartelera madrileña de grandes musicales, era inevitable que "My fair Lady" -por su calidad musical y por sus posibilidades de gran espectáculo- desembocara en esta escena. La obra contiene la fábula del hacedor de mitos que termina enamorado de su propia obra. El remilgado profesor Higgins acepta la apuesta de un amigo lingüista para transformar a una vulgar florista barriobajera que vende en la calle, en una exquisita dama que pueda ser recibida -sin desentonar- en una fiesta aristocrática. El argumento tiene un objetivo claro, lo que provoca fácilmente el interés del público. La convivencia de esta chica de la calle, llena de vida, con dos carcamales dedicados a la fonética y a la dialectología sánscrita, da lugar a una peripecia llena de situaciones cómicas y entrañables. Y como no podría ser de otro modo en una comedia romántica, el profesor y la alumna terminan enamorándose.
El cuento resulta perfecto para enhebrar un musical grandioso: multitud de decorados, ambientes selectos en contraste con los arrabalescos, trajes lujosos, y un abanico de coreografías espectaculares, animadas por melodías famosas, que el público conoce y tararea fácilmente. Si todos estos elementos están servidos con abundancia y calidad artística, el público se entusiasma. Es lo que ocurre en esta producción de "My fair Lady" encabezada por Paloma San Basilio y José Sacristán. Las dos estrellan se ajustan a sus personajes como dos guantes, rodeados por un numeroso elenco de bailarines, actores y cantantes. Paloma San Basilio reúne calidades idóneas para el género. Además de cantar muy bien, posee notables dotes interpretativas. Tiene encanto como ordinaria verdulera, y se siente más cómoda en la parte señoritinga de Elisa Doolittle. Sacristán saca partido de este refunfuñón y misógino filólogo, al que le da gran verdad escénica; aunque potencia más la parte arisca de Higgins, que la tierna. Carmen Bernardos está deliciosa interpretando a la madre del profesor; vuelve a demostrar sus dotes de primera actriz en cualquier personaje. Víctor Díaz posee unas dotes como cantante sobresalientes; Joan Crossas interpreta con simpatía, voz y presencia, al padre de Elisa; y Nicolás Dueñas da vida con creíble flema al coronel filólogo, amigo del Profesor.
Los decorados de Gerardo Trotti son brillantes, ingeniosos y apabullantes; arrancan aplausos por sí mismos. El lujoso vestuario está muy entonado en tonos pasteles. La vitalidad y profesionalidad de todo el elenco, incluidos los músicos, actores, y cuerpo de baile, hizo levantarse al público de sus asientos, entusiasmado con el derroche de arte e imaginación de esta representación de "May Fair Lady".

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