"El homosexual. O, la dificultad de expresarse". De Copi. Traducción y dirección: Gustavo Tambascio. Escenografía y vestuario: Jesús Ruiz. Reparto: Helena Dueñas. Jorge Merino. Secun de la Rosa. Igor Larrauri. Mirian Penela. Músicos: Claudio de Casas. Miguel Malla. Madrid. Teatro Alfil. 5-5-2000
El argentino Copi demostró con su polifacética obra, tener un mundo propio; condición básica para ser considerado un autor, o creador. Su rareza le da carta de naturaleza artística. El espíritu transgresor de sus viñetas en la prensa francesa, (donde desarrollo toda su carrera artística,) se ajustaba muy bien a ese espíritu contracultural del mayo del 68, que apuntó hacia los delirios psicodélicos (en tantos sentidos) de la década de los 70. La libertad sexual, la promiscuidad, los paraísos artificiales de las drogas, la escatología..., funcionaron como armas arrojadizas contra el poderoso, castrante y anquilosado "Sistema". La gran ceremonia de la transgresión hacía arder sus mejores sahumerios en el París de esos años; Genet y Arrabal eran los sumos sacerdotes del teatro.
La traslación del mundo de Copi a la escena, es un asunto más complicado. Cuenta, de antemano, con el arma de la teatralidad por su impacto y sorpresa, al tratarse de formas y situaciones provocadoras, y muy poco convencionales. Está más cerca del cabaret expresionista alemán, patético, desgarrado y moralizador (en su aparente anti-moralidad convencional), que del gran teatro de la ceremonia.
Es loable el estreno de esta obra en la escena madrileña. No demasiado abierta a "raras avis" foráneas. Merece la pena el esfuerzo realizado por Tambascio y su equipo, para dar a conocer la originalísima obra de Copi entre nuestro público.
"El homosexual, o la dificultad de expresarse" es un montaje, riguroso, valiente, con música en directo, impactantes figurines, y una plástica añeja y rancia muy cuidada por Jesús Ruiz, y bien valorada dramáticamente por Tambascio. El problema está en el desajuste que se produce entre un cabaret con pretensiones de pieza dramática; o una obra de teatro que se queda corta ya que es sólo un juguete para cabaret. Parece que ha habido una cierta indefinición sobre qué camino elegir; aunque, ese dilema ya está latente en la misma obra.
Copi mete el dedo y la uña en unos temas originales, nuevos, escatológicos, irreverentes, marginales... y por tanto, muy saludables para un escenario. Pero, para embestir tan de frente, y con tanta virulencia verbal y estética, a la obra le falta alguna conclusión que solidifique su propuesta; a parte, de la "boutade" magnifica que pueda considerarsele. Los actores están muy bien en sus extravagantes personajes. Hay que destacar a Jorge Merino en el papel de una insólita madre rusa, de empaque inolvidable.
El argentino Copi demostró con su polifacética obra, tener un mundo propio; condición básica para ser considerado un autor, o creador. Su rareza le da carta de naturaleza artística. El espíritu transgresor de sus viñetas en la prensa francesa, (donde desarrollo toda su carrera artística,) se ajustaba muy bien a ese espíritu contracultural del mayo del 68, que apuntó hacia los delirios psicodélicos (en tantos sentidos) de la década de los 70. La libertad sexual, la promiscuidad, los paraísos artificiales de las drogas, la escatología..., funcionaron como armas arrojadizas contra el poderoso, castrante y anquilosado "Sistema". La gran ceremonia de la transgresión hacía arder sus mejores sahumerios en el París de esos años; Genet y Arrabal eran los sumos sacerdotes del teatro.
La traslación del mundo de Copi a la escena, es un asunto más complicado. Cuenta, de antemano, con el arma de la teatralidad por su impacto y sorpresa, al tratarse de formas y situaciones provocadoras, y muy poco convencionales. Está más cerca del cabaret expresionista alemán, patético, desgarrado y moralizador (en su aparente anti-moralidad convencional), que del gran teatro de la ceremonia.
Es loable el estreno de esta obra en la escena madrileña. No demasiado abierta a "raras avis" foráneas. Merece la pena el esfuerzo realizado por Tambascio y su equipo, para dar a conocer la originalísima obra de Copi entre nuestro público.
"El homosexual, o la dificultad de expresarse" es un montaje, riguroso, valiente, con música en directo, impactantes figurines, y una plástica añeja y rancia muy cuidada por Jesús Ruiz, y bien valorada dramáticamente por Tambascio. El problema está en el desajuste que se produce entre un cabaret con pretensiones de pieza dramática; o una obra de teatro que se queda corta ya que es sólo un juguete para cabaret. Parece que ha habido una cierta indefinición sobre qué camino elegir; aunque, ese dilema ya está latente en la misma obra.
Copi mete el dedo y la uña en unos temas originales, nuevos, escatológicos, irreverentes, marginales... y por tanto, muy saludables para un escenario. Pero, para embestir tan de frente, y con tanta virulencia verbal y estética, a la obra le falta alguna conclusión que solidifique su propuesta; a parte, de la "boutade" magnifica que pueda considerarsele. Los actores están muy bien en sus extravagantes personajes. Hay que destacar a Jorge Merino en el papel de una insólita madre rusa, de empaque inolvidable.
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