"Kaos", de Antonio Alamo. Dirección y espacio escénico: Eduardo Fuentes. Reparto y música original: Mariano Alameda. Daniel Huarte. SergioVilloldo. Rodolfo Sancho. Coordinación musical: Mariano Díaz. Cordinación escenografía y vestuario: Rafael Garrigós. Madrid. Teatro Alcazar. 17-5-2000.
Que cuatro jovenes estrellas de la televisión nacional, se conviertan en productores de su propio espectáculo teatral, no deja de ser una noticia insólita, que estimula y revitaliza las fórmulas teatrales por inventar. Que estos cuatro jovenes decidan medirse con su público natural (adolescentes y quinceañeras desenfrenadas) es un reto original y acertado. Por una parte, la legión de chicas, los piropean y jalean desde la oscuridad del patio de butacas con un ardor, que superaría al de un batallón de legionarios ante la compañía de revista de Celia Gámez; el teatro les permite estar con sus ídolos en persona, en directo, y eso es excitante. Por otra parte, estos jovenes actores que se han dado a conocer a través de un medio como la TV tan poco exigente con la calidad interpretativa, saldrán crecidos de esta experiencia.
"Caos" (a pesar de toda esta aparente facilidad que le otorga la fama de sus protagonistas,) es un trabajo valiente, pues se mete de lleno en un texto duro, crítico, sucio, literario, y nada complaciente. "Caos" se basa en un cuento de Antonio Álamo, "Haciendo un favor a Charly", perteneciente al libro "¿Quien se ha meado en mi cama?". En él, cuatro okupas en Londres nos muestran sus dificultades para sobrevivir en un mundo industrial (otra vez escenografía de mecano tubo), urbano, tenebroso, sin demasiadas esperanzas de felicidad y gozo, como no sean las que facilita el mundo de la droga y la alucinación cotidiana. El texto sitúa el conflicto, en torno a una hipótesis de literatura político fantástica: uno de ellos -el camarero emigrante- se ha liado con Margaret Thatcher, en los tiempos en que ella presidia el gobierno británico: las bragas sucias de "la dama de hierro" viajan con él en su bolsillo. A partir de esta situación delirante, se desgrana un mundo de apariencias y de realidades, donde el placer, el terror, la pesadilla, la muerte y la vida, son caras intercambiables de las mismas viejas monedas gastadas de occidente.
El director Eduardo Fuentes, tan cercano a todo lo que huela a "teatro urbano" contemporáneo, subraya, estructura, y dispone un artefacto escénico eficaz y agresivo, para contarnos esta historia de unos personajes sin futuro, interpretados por un cuarteto musical y dramático, de pleno éxito en nuestras pantallas, y ahora también en los escenarios.
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