viernes, 16 de julio de 2010

EL MONSTRUO DE LOS CELOS


"Otelo”. Versión libre de la obra de W. Shakespeare. Dirección y Dramaturgia: Carlos Álvarez Osorio. Reparto: M.A. Karames. Paco Fernández. Verónica Rodríguez. Música y sonido: Fco. J. Cuadrado. Vestuario: Antmuerqse. Madrid. Galileo Teatro. 28-2-2002.

La magmática y seminal producción dramática de Shakespeare no sólo ha inspirado grandes montajes de los que se atreven a intentar desentrañar todos los nudos de las numerosas acciones paralelas que encierra la construcción portentosa del bardo de Stratford. En épocas difíciles para el teatro, como la prohibición puritana de Cromwell, los cómicos itinerantes seguían representando por las ferias rurales, escenas aisladas de sus obras, como por ejemplo la de los enterradores de Hamlet. Por otra parte, numerosos creadores contemporáneos se han acercado a su inagotable manantial para realizar sus investigaciones escénicas y dramatúrgicas, a partir de algún tema propuesto en su obra por el poderoso autor británico.
La compañía sevillana Cámara Negra, dirigida por Carlos Álvarez Ossorio, se adentra en este último tipo de propuestas con su sensual versión de “Otelo”. No es el entramado verbal de la obra lo que les interesa, sino la búsqueda de la esencia del conflicto que mueve los hilos de estas tres marionetas en que han quedado convertidos, Otelo, Desdémona y Yago. El director organiza una ceremonia escénica de gran impacto visual y sensorial en el público, con 3 actores, un sillón, y unos cuantos cubos de lata vieja, llenos de agua. Resulta un poco frustrante para el espectador que conoce el bravío discurso dramático de Shakespeare, encontrarse con un texto secundario y minimizado en su expresión, incluyendo algunas repeticiones melopeicas de ciertas frases o ideas del texto original tan menguado. Es una opción posible. El autor inglés lo resiste todo.
El espacio vacío y aromático, intensamente iluminado sobre el negro dominante, da mucho relieve a estos intérpretes animalescos, sometidos a sus pasiones más repugnantes y viscerales. Su trabajo corporal y verbal adquiere una extraña pulsión dramática en el interior de esta propuesta, una especie de oratorio de tres criaturas destruidas y azuzadas por el monstruo de los celos.
Miguel Angel Karames da vida al incauto moro de Venecia, un juguete en las manos de Yago, sin preocupaciones por el color de su piel, sino por la traición recibida según le cuentan. Paco Fernández da vida a un Yago perruno y serpentino que va mordiendo en la calma matrimonial de su amo envidiado, y Verónica Rodríguez interpreta en el límite de la incredulidad y el candor a una Desdémona perdida y desorientada.

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