"Con la gloria bajo el brazo”. Guión: Félix Sabroso/Qués-Quís-Pás. Dirección: Félix Sabroso/Javier Cámara. Reparto: Ángel Ruiz. Mariano Marín. Madrid. Teatro Alfil. 2-6-2002.
El éxito latino en Norteamérica se ha convertido en uno de los tópicos de nuestro tiempo. Nuestros cantantes, actores y directores de mayor calidad, fortuna y talento triunfan en la orilla de la América del norte. Miami como ciudad simbólica de este desembarco y reconquista latina de Norteamérica, es un icono castizo de nuestro tiempo.
De este tópico nace la idea del espectáculo de la Compañía Qués-Quís-Pás de reunir a un artista español que ha hecho las Américas junto a los grandes astros de la canción anglosajona, con su viejo pianista de bolos salvajes por la España de la transición, cantando en mítines y fiestas de los recién legalizados partidos políticos.
“Con la gloria bajo el brazo” es un cabaret castizo, estilizado y con mucha pluma contenida. Félix Sabroso (padre del fenómeno “perdona bonita...” junto con Dunia Ayaso) imagina historias coyunturales cercanas a la inmediatez del Café Teatro. Es un género tan difícil como necesario. Sabroso capta muy bien la “España petarda” de nuestros días, y le saca un partido humorístico basado en una mirada personal y en el juego de palabras. Como Arniches -el padre del sainete- la gracia procede de lo que se dice. Regresa el teatro de entonación, es la gracia del figurón, el cómo lo dice, y no el cómo lo hace.
Ángel Martín tiene un repertorio de gestos y una forma de colocar las frases, extraída directamente de las callejuelas del madrileño barrio de Chueca de hoy en día. Por otra parte, sus ricas y potentes cualidades como cantante elevan el grado de excitación y entretenimiento de un público de copazo y cerveza, arropado por la música en directo.
A Mariano Marín le sucede lo mismo con el piano, es un buen intérprete, y su personaje de pobre-músico español que no ha llegado a nada, tiene una frescura y una espontaneidad largamente explotados por el actor con un toque desvalido y vivaz, inducido por Javier Cámara, que firma la codirección del espectáculo con Sabroso.
Julio Iglesias, Raphael, Víctor Manuel, Ana Botella y toda una serie de fantasías animadas de ayer y hoy, pasan bajo el colmillo maligno de estos cómicos cabareteros y transgresores, que hacen estallar de carcajadas al complacido auditorio, que se ve reflejado en esa mirada descarada y grotesca de nuestro tiempo.
El éxito latino en Norteamérica se ha convertido en uno de los tópicos de nuestro tiempo. Nuestros cantantes, actores y directores de mayor calidad, fortuna y talento triunfan en la orilla de la América del norte. Miami como ciudad simbólica de este desembarco y reconquista latina de Norteamérica, es un icono castizo de nuestro tiempo.
De este tópico nace la idea del espectáculo de la Compañía Qués-Quís-Pás de reunir a un artista español que ha hecho las Américas junto a los grandes astros de la canción anglosajona, con su viejo pianista de bolos salvajes por la España de la transición, cantando en mítines y fiestas de los recién legalizados partidos políticos.
“Con la gloria bajo el brazo” es un cabaret castizo, estilizado y con mucha pluma contenida. Félix Sabroso (padre del fenómeno “perdona bonita...” junto con Dunia Ayaso) imagina historias coyunturales cercanas a la inmediatez del Café Teatro. Es un género tan difícil como necesario. Sabroso capta muy bien la “España petarda” de nuestros días, y le saca un partido humorístico basado en una mirada personal y en el juego de palabras. Como Arniches -el padre del sainete- la gracia procede de lo que se dice. Regresa el teatro de entonación, es la gracia del figurón, el cómo lo dice, y no el cómo lo hace.
Ángel Martín tiene un repertorio de gestos y una forma de colocar las frases, extraída directamente de las callejuelas del madrileño barrio de Chueca de hoy en día. Por otra parte, sus ricas y potentes cualidades como cantante elevan el grado de excitación y entretenimiento de un público de copazo y cerveza, arropado por la música en directo.
A Mariano Marín le sucede lo mismo con el piano, es un buen intérprete, y su personaje de pobre-músico español que no ha llegado a nada, tiene una frescura y una espontaneidad largamente explotados por el actor con un toque desvalido y vivaz, inducido por Javier Cámara, que firma la codirección del espectáculo con Sabroso.
Julio Iglesias, Raphael, Víctor Manuel, Ana Botella y toda una serie de fantasías animadas de ayer y hoy, pasan bajo el colmillo maligno de estos cómicos cabareteros y transgresores, que hacen estallar de carcajadas al complacido auditorio, que se ve reflejado en esa mirada descarada y grotesca de nuestro tiempo.
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