"Artaud recuerda a Hitler y el Romanische Café". De Tom Peuckert. Berliner Ensemble. Dirección: Paul Plamper. Actor: Martin Wuttke. Escenografia y vestuario: Paul Lerchbaumer. Madrid. Festival de Otoño. Teatro de la Abadía. 31-10-2001.
Antonin Artaud. Marsella 1896. París 1948. Hijo de griega y de francés. Enferma de meningitis a los 5 años. Desde los ocho se pregunta ¿por qué tiene que vivir? Desde los 19 necesita el opio para volver en sí. En París estudia con Dullin en el "Atelier". Su maestro había recitado poesías en los circos, en el interior de la jaula de las fieras. Artaud maniquí angélico de rubios cabelllos y ojos penetrantes, se deja querer por la cámara cinematográfica. Rodará 30 películas. Se adscribe al grupo surrealista. Dos años soportaron los nervios de Breton la competencia de Artaud. Loco, líder innato, es expulsado. Pesa demasiado su búsqueda de la verdad. El teatro dirigido no a la mente del público, sino a su existencia total. Teatro que arriba como la peste a la ciudad. Actores de la crueldad para un mundo sin moral. La cultura de la Europa racional está podrida y acabada. Mira a Bali, donde los danzantes clavan espadas contra su pecho. Viaja a México. Busca las bases de una nueva cultura mágica. Desde Irlanda es devuelto a la ronda de los sanatorios psiquiátricos franceses. Conoce la vibrante descarga del electrochoque. Aplica el trance a su concepto del teatro. (En el escenario del "Atelier", donde se supone va a dar un recital de poemas, relata durante dos horas, ante un público estupefacto, las torturas a que le ha sometido tan repugnante sociedad.) Lo encuentran muerto a los pies de la cama, abrazado a una bota, en una clínica de salud mental cerca del Sena.
El legado de Artaud ha infectado el teatro europeo de vanguardia como un virus benéfico. De la enfermedad brota un manantial de sangre fertilizante para el arte y la moral.
Berliner Ensemble. 1949. Casa de Brecht en el Berlín oriental. Helene Weigel. Paul Dessau. Hans Eisler. Matthias Langhoff. Heiner Müller. Claus Peymann. La mística de la experimentación teatral se transforma en una moral. Tom Peuckert -joven autor alemán- escribe este monólogo sobre Artaud y Hitler. Alguien en Europa tiene que gritar. Poesía y locura, arte y sufrimiento, puñetazo moral. Paul Plamper. Joven director del Berliner. Montaje claustrofóbico, preciso, irónico, ambiguo, resonante, eléctrico, vegetal. Pulso de hierro para la caligrafía del loco.
Martin Wuttke. Actor. Caricato. Danzarín de los gestos. Maquinaria precisa del sentimiento. Técnica, magia, cimiento. Demonio angelical. Se escapa del cubículo. Desde lo alto proclama, grita, canta su enfermedad. De su voz de libélula y trueno, se desprende que Europa está enferma, que el teatro está enfermo, que todos estamos enfermos, y que sólo la gran verdad del arte nos puede sanar.
Antonin Artaud. Marsella 1896. París 1948. Hijo de griega y de francés. Enferma de meningitis a los 5 años. Desde los ocho se pregunta ¿por qué tiene que vivir? Desde los 19 necesita el opio para volver en sí. En París estudia con Dullin en el "Atelier". Su maestro había recitado poesías en los circos, en el interior de la jaula de las fieras. Artaud maniquí angélico de rubios cabelllos y ojos penetrantes, se deja querer por la cámara cinematográfica. Rodará 30 películas. Se adscribe al grupo surrealista. Dos años soportaron los nervios de Breton la competencia de Artaud. Loco, líder innato, es expulsado. Pesa demasiado su búsqueda de la verdad. El teatro dirigido no a la mente del público, sino a su existencia total. Teatro que arriba como la peste a la ciudad. Actores de la crueldad para un mundo sin moral. La cultura de la Europa racional está podrida y acabada. Mira a Bali, donde los danzantes clavan espadas contra su pecho. Viaja a México. Busca las bases de una nueva cultura mágica. Desde Irlanda es devuelto a la ronda de los sanatorios psiquiátricos franceses. Conoce la vibrante descarga del electrochoque. Aplica el trance a su concepto del teatro. (En el escenario del "Atelier", donde se supone va a dar un recital de poemas, relata durante dos horas, ante un público estupefacto, las torturas a que le ha sometido tan repugnante sociedad.) Lo encuentran muerto a los pies de la cama, abrazado a una bota, en una clínica de salud mental cerca del Sena.
El legado de Artaud ha infectado el teatro europeo de vanguardia como un virus benéfico. De la enfermedad brota un manantial de sangre fertilizante para el arte y la moral.
Berliner Ensemble. 1949. Casa de Brecht en el Berlín oriental. Helene Weigel. Paul Dessau. Hans Eisler. Matthias Langhoff. Heiner Müller. Claus Peymann. La mística de la experimentación teatral se transforma en una moral. Tom Peuckert -joven autor alemán- escribe este monólogo sobre Artaud y Hitler. Alguien en Europa tiene que gritar. Poesía y locura, arte y sufrimiento, puñetazo moral. Paul Plamper. Joven director del Berliner. Montaje claustrofóbico, preciso, irónico, ambiguo, resonante, eléctrico, vegetal. Pulso de hierro para la caligrafía del loco.
Martin Wuttke. Actor. Caricato. Danzarín de los gestos. Maquinaria precisa del sentimiento. Técnica, magia, cimiento. Demonio angelical. Se escapa del cubículo. Desde lo alto proclama, grita, canta su enfermedad. De su voz de libélula y trueno, se desprende que Europa está enferma, que el teatro está enfermo, que todos estamos enfermos, y que sólo la gran verdad del arte nos puede sanar.
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