"¿Qué?, nada". De Federico del Barrio. Intérpretes y directores: Juan Úbeda. Elisa Gálvez. Iluminación: Angel Collado. Madrid. El Canto de la Cabra.
El Canto de la Cabra, es el nombre más largo de los teatros madrileños; sin embargo, su sede, es quizás la más pequeña de la Villa. En la sala el Canto de la cabra, en pleno corazón de Chueca, se respira una devoción especial por el teatro; como si todo fuera más pequeño, para tener ocasión de que sea más perfecto. En el espectáculo que representan actualmente, "Que, nada", de Federico del Barrio, se demuestra la misma tesis. Un trabajo de interpretación preciso y miniaturista; un texto sintético, con estimulante olor a naftalina poética; y una visión de los hechos, y de las relaciones humanas, como de pequeñas hormiguitas en el fondo de un valle. La mirada del autor se acerca hasta dos de ellas, de noche, en el interior de un vagón de ferrocarril donde también viaja la muerte.
Del Barrio, Úbeda y Gálvez (autor, directores e intérpretes), son colaboradores habituales. Recientemente afrontaron unidos la puesta en escena de "Días felices" de Samuel Beckett, un autor que es algo más que una brujula moral y estética para estos genuinos creadores teatrales. Beckett es un modelo y un punto de partida que ellos buscan mantener vivo en sus propios trabajos. Podría decirse que la pareja de viejecitos que en "¿Qué? Nada" viaja en tren nocturno, son los protagonistas de "Días felices" que, después de haber conseguido salir de la arena, tomaron un tren para huir de la muerte. La vejez, el amor, la innombrable y su silencio, son las ruedas sobre las que circula este trenecito eléctrico con sólo cuatro pasajeros: el viejo, la vieja, la muerte y el público.
La puesta en escena es sobria, intensa y armoniosa. El trabajo escénico respira una elegancia artística, poco frecuente -lamentablemente- en estas producciones alternativas, a veces, tan poco exigentes en ciertos temas. El teatro, o sea la representación de una obra, se sitúa tanto en la claridad con que se asume el texto y sus intenciones, como en los elementos escénicos que se convocan en el escenario para transmitir su materia insondable y secreta.
"¿Qué? Nada" es una pieza enormemente atmosférica, plagada de elocuentes bandas de silencio, en la que parece que no sobran las esperanzas. Cada vez que los cómicos se ponen en escena delante del público, se está reconvocando un rito cívico-atávico, en el que todos los participantes, anhelan un mundo mejor, más lúcido, poético y comprometido. Con trabajo como éste, la estricta cadena teatral, continúa avanzando.
El Canto de la Cabra, es el nombre más largo de los teatros madrileños; sin embargo, su sede, es quizás la más pequeña de la Villa. En la sala el Canto de la cabra, en pleno corazón de Chueca, se respira una devoción especial por el teatro; como si todo fuera más pequeño, para tener ocasión de que sea más perfecto. En el espectáculo que representan actualmente, "Que, nada", de Federico del Barrio, se demuestra la misma tesis. Un trabajo de interpretación preciso y miniaturista; un texto sintético, con estimulante olor a naftalina poética; y una visión de los hechos, y de las relaciones humanas, como de pequeñas hormiguitas en el fondo de un valle. La mirada del autor se acerca hasta dos de ellas, de noche, en el interior de un vagón de ferrocarril donde también viaja la muerte.
Del Barrio, Úbeda y Gálvez (autor, directores e intérpretes), son colaboradores habituales. Recientemente afrontaron unidos la puesta en escena de "Días felices" de Samuel Beckett, un autor que es algo más que una brujula moral y estética para estos genuinos creadores teatrales. Beckett es un modelo y un punto de partida que ellos buscan mantener vivo en sus propios trabajos. Podría decirse que la pareja de viejecitos que en "¿Qué? Nada" viaja en tren nocturno, son los protagonistas de "Días felices" que, después de haber conseguido salir de la arena, tomaron un tren para huir de la muerte. La vejez, el amor, la innombrable y su silencio, son las ruedas sobre las que circula este trenecito eléctrico con sólo cuatro pasajeros: el viejo, la vieja, la muerte y el público.
La puesta en escena es sobria, intensa y armoniosa. El trabajo escénico respira una elegancia artística, poco frecuente -lamentablemente- en estas producciones alternativas, a veces, tan poco exigentes en ciertos temas. El teatro, o sea la representación de una obra, se sitúa tanto en la claridad con que se asume el texto y sus intenciones, como en los elementos escénicos que se convocan en el escenario para transmitir su materia insondable y secreta.
"¿Qué? Nada" es una pieza enormemente atmosférica, plagada de elocuentes bandas de silencio, en la que parece que no sobran las esperanzas. Cada vez que los cómicos se ponen en escena delante del público, se está reconvocando un rito cívico-atávico, en el que todos los participantes, anhelan un mundo mejor, más lúcido, poético y comprometido. Con trabajo como éste, la estricta cadena teatral, continúa avanzando.
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