"La reina de la belleza de Leenane". De Martin McDonagh. Versión en español: Vicky Peña. Dirección: Mario Gas. Escenografía: Jon Berrondo. Reparto: Vicky Peña. Montserrat Carulla. Alex Casanovas. Jacob Torres. Madrid. Festival de Otoño. Teatro de la Abadía. Fecha de estreno: 12-XI-99.
El teatro británico se ha alimentado en los últimos siglos de una rica cantera de autores irlandeses que escribieron sus obras en inglés para que se estrenaran en Londres. Richard Sheridan, Bernard Shaw, Oscar Wilde... El verdadero movimiento dramático irlandés nació hace un siglo -por la puerta grande- de la mano del poeta W. B. Yeats y, sobre todo, de John Millington Synge, quien, animado por su gran amigo y mentor Yeats, se fue a pasar largas temporadas a las islas Aran (en la costa oeste de Irlanda) para conocer a los pescadores y pastores que vivían unidos a la naturaleza más pura y salvaje, y hacer nacer de ellos el auténtico y desgarrado coro de personajes reales irlandeses.
Synge es el modelo del joven británico-irlandés Martin McDonagh, que lo emula como un epígono, sin alcanzar la grandeza y sobre todo la originalidad del maestro. Esta obra de ambiente gótico, filtrada con muchos referentes de cine, no llega a ofrecer ninguna idea o forma nueva que no sea ya conocida. Su autor demuestra un dominio de los recursos del género, y construye y dialoga con suma eficacia dramática. En definitva, sube el listón artístico del teatro comercial, pero no ayuda a renovar un ápice el lenguaje dramático, por muchos premios prestigiosos que haya recibido hasta ahora. Parece escrita hace más de cien años; pero, peor que entonces. ¿Es esto lo que hemos avanzado en un siglo de teatro?
Su éxito es comprensible; el género de misterio atrae al público; y resulta una tentación para las primeras actrices que quieren darse el gusto de subir a escena con sus progenitores; y emular cierto síndrome "estanque dorado", que conduce a numerosos premios más sentimentales que artísticos.
Los proyectos más queridos son como los hijos, no por más deseados nacen más hermosos. En el alumbramiento de una persona o de un espectáculo, siempre hay un misterio que roza el azar o la paradoja; no hay fórmulas para la verdadera creación artística, sólo actitudes; Mario Gas, Vicky Peña, y "La Carulla" han demostrado tenerlas en muchas ocasiones, aunque con esta "Reina..." no lleguen a alcanzar ese "estado de gracia" tan anhelado por ellos, y tan inolvidable para el público, cuando sucede en un teatro. En este espectáculo, demuestran su oficio sobresaliente, y sacan la obra adelante.
Quizás el personaje más inspirado, en el que el autor ha puesto más cariño y originalidad, sea el de Pato Dooley, el hombre deseado que encarna todas las cualidades que se atribuyen generalmente al mundo femenino: suavidad, dulzura, encanto, belleza, y sobre todo bondad. Encontrarse con un personaje de hombre honesto, sincero y sensible en un escenario contemporáneo, es una auténtica novedad. Alex Casanova imprime una madurez a su trabajo, de condición muy sencilla, relajada y creíble.
El teatro británico se ha alimentado en los últimos siglos de una rica cantera de autores irlandeses que escribieron sus obras en inglés para que se estrenaran en Londres. Richard Sheridan, Bernard Shaw, Oscar Wilde... El verdadero movimiento dramático irlandés nació hace un siglo -por la puerta grande- de la mano del poeta W. B. Yeats y, sobre todo, de John Millington Synge, quien, animado por su gran amigo y mentor Yeats, se fue a pasar largas temporadas a las islas Aran (en la costa oeste de Irlanda) para conocer a los pescadores y pastores que vivían unidos a la naturaleza más pura y salvaje, y hacer nacer de ellos el auténtico y desgarrado coro de personajes reales irlandeses.
Synge es el modelo del joven británico-irlandés Martin McDonagh, que lo emula como un epígono, sin alcanzar la grandeza y sobre todo la originalidad del maestro. Esta obra de ambiente gótico, filtrada con muchos referentes de cine, no llega a ofrecer ninguna idea o forma nueva que no sea ya conocida. Su autor demuestra un dominio de los recursos del género, y construye y dialoga con suma eficacia dramática. En definitva, sube el listón artístico del teatro comercial, pero no ayuda a renovar un ápice el lenguaje dramático, por muchos premios prestigiosos que haya recibido hasta ahora. Parece escrita hace más de cien años; pero, peor que entonces. ¿Es esto lo que hemos avanzado en un siglo de teatro?
Su éxito es comprensible; el género de misterio atrae al público; y resulta una tentación para las primeras actrices que quieren darse el gusto de subir a escena con sus progenitores; y emular cierto síndrome "estanque dorado", que conduce a numerosos premios más sentimentales que artísticos.
Los proyectos más queridos son como los hijos, no por más deseados nacen más hermosos. En el alumbramiento de una persona o de un espectáculo, siempre hay un misterio que roza el azar o la paradoja; no hay fórmulas para la verdadera creación artística, sólo actitudes; Mario Gas, Vicky Peña, y "La Carulla" han demostrado tenerlas en muchas ocasiones, aunque con esta "Reina..." no lleguen a alcanzar ese "estado de gracia" tan anhelado por ellos, y tan inolvidable para el público, cuando sucede en un teatro. En este espectáculo, demuestran su oficio sobresaliente, y sacan la obra adelante.
Quizás el personaje más inspirado, en el que el autor ha puesto más cariño y originalidad, sea el de Pato Dooley, el hombre deseado que encarna todas las cualidades que se atribuyen generalmente al mundo femenino: suavidad, dulzura, encanto, belleza, y sobre todo bondad. Encontrarse con un personaje de hombre honesto, sincero y sensible en un escenario contemporáneo, es una auténtica novedad. Alex Casanova imprime una madurez a su trabajo, de condición muy sencilla, relajada y creíble.
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