"Morir no es tan fácil”. De David Plana. Dirección: Gemma Miralles. Reparto: José Blasco. Eva Cuevas. Escenografía: Xavo Jiménez. Madrid. Sala Cuarta Pared. 10-6-2002.
Hacer teatro no es tan fácil como pudiera parecerlo. Un buen ejemplo de ello es la compañía que representa “Morir no es tan fácil” de David Plana. Debe ser porque es final de temporada y estamos en tiempo de saldos, (salvo honrosas e intensas excepciones) la única causa por la que una sala como Cuarta Pared programe un espectáculo de tan bajo nivel artístico. En una muestra de teatro escolar o de aficionados este trabajito resultaría aún discreto.
Sólo la escenografía de Xavo Jiménez y la actuación de José Blasco pueden considerarse profesionales en este espectaculitillo. La ingenuidad, tosquedad y torpeza del texto que firma David Plana es propia de ejercicio primerizo de taller de escritura dramática. La dirección de Gemma Miralles es tan “compleja” como un juego de ping pong establecido entre un personaje femenino, situado a la izquierda de la escena, y otro masculino, a la derecha. Por otra parte, el personaje femenino necesitaría de una actriz que sepa lo que es la articulación, la prosodia, la energía escénica y el movimiento, para poder dársele por representado.
Resulta lamentable que en la Sala Cuarta Pared se dé cabida a una obra tan insolvente como ésta, siendo uno de los escenarios donde se ha visto –y esperamos que se seguirá viendo- el mejor teatro joven español reciente.
Hacer teatro no es tan fácil como pudiera parecerlo. Un buen ejemplo de ello es la compañía que representa “Morir no es tan fácil” de David Plana. Debe ser porque es final de temporada y estamos en tiempo de saldos, (salvo honrosas e intensas excepciones) la única causa por la que una sala como Cuarta Pared programe un espectáculo de tan bajo nivel artístico. En una muestra de teatro escolar o de aficionados este trabajito resultaría aún discreto.
Sólo la escenografía de Xavo Jiménez y la actuación de José Blasco pueden considerarse profesionales en este espectaculitillo. La ingenuidad, tosquedad y torpeza del texto que firma David Plana es propia de ejercicio primerizo de taller de escritura dramática. La dirección de Gemma Miralles es tan “compleja” como un juego de ping pong establecido entre un personaje femenino, situado a la izquierda de la escena, y otro masculino, a la derecha. Por otra parte, el personaje femenino necesitaría de una actriz que sepa lo que es la articulación, la prosodia, la energía escénica y el movimiento, para poder dársele por representado.
Resulta lamentable que en la Sala Cuarta Pared se dé cabida a una obra tan insolvente como ésta, siendo uno de los escenarios donde se ha visto –y esperamos que se seguirá viendo- el mejor teatro joven español reciente.
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