jueves, 1 de julio de 2010

TERAPIA DE JUEGO


"Como los griegos". De Steven Berkoff. Traducción: Carla Matteini. Dirección: Alfredo Sanzol. Dramaturgia: Mahor Galilea. Reparto: Juan Antonio Lumbreras. Lucía Quintana. Paco Deniz. Natalia Hernández. Eva Trancón. Iluminación: David Mortol. Madrid. Sala Triángulo. Festival "La Alternativa".

En algunos idiomas, el verbo que indica la acción de representar teatro, significa jugar. En español, no; y estamos muy malacostumbrados a olvidarnos de ello. Los jóvenes creadores del gozoso montaje de "Como los griegos", del autor británico Steven Berkoff, demuestran que en español, también puede conjugarse el teatro con el verbo jugar. Una obra tan juguetona, lúcida y perversa como ésta, se presta a ello.
Berkoff juega brillantemente en su propuesta dramática con una truculenta historia, que se desarrolla en la Inglaterra de Margaret Thatcher, en paralelismo con la tragedia griega "Edipo rey", de Sófocles. El argumento clásico permite al autor vomitar con gran lirismo y fuerza dramática, (ayudado por las artes de Carla Matteini en la traducción), sobre la familia, el matrimonio, la sociedad, las estafadas y reaccionarias clases humildes; consiguiendo que resulte una ducha fría necesaria y estimulante. Una especie de ciclorama de dibujos animados pasa por detrás de todo este rosario de grandes temas, triturados por la fuerza feroz e impecable de su lenguaje. El formidable equipo artístico de la compañía madrileña que lo representa, pone el resto.
Los intérpretes, el director, la dramaturga y el escenógrafo,
(procedentes de la última hornada de la RESAD de Madrid) demuestran una temperamental y brillante calidad. Sanzol dirige todo el montaje con un humor muy oblicuo, socarrón e inteligente, para transmitir al regocijado público, toda la dura carga ideológica que emana de la representación. Juan Antonio Lumbreras, Lucía Quintana, Paco Deniz, Natalia Hernández, y Eva Trancón se valen de todos sus recursos interpretativos para organizar una desmadrada, loca y divertida fiesta, a la que el público se entrega con agradecimiento; probablemente, sea lo mejor de sus agotadoras jornadas urbanas. Este espectáculo debería programarse regularmente en un teatro, por su capacidad terapéutica.
Relaja ver que el teatro es sanamente entendido por nuevas generaciones; tal vez "sus mayores" tan acomodados en sus poltronas de la autocomplacencia, tengan que aprender de lo que algunos jóvenes demuestran que puede hacerse y decirse desde un escenario.

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