"Defensa de dama". De Isabel Carmona y Joaquín Hinojosa. Dirección: José Luis Gómez. Reparto: Ana Belén. Juan José Otegui. Antonio Valero. Escenografía: Sven Nebel y J. L.Gómez. Iluminación: J.M. Guerra. Espacio sonoro: Mario Goldstein. Madrid. Teatro de La Abadía. 22-2-2002.
La violencia engendró el teatro hasta el fondo de la médula, situando las leyes de la dramaticidad en torno al conflicto. Sin conflicto no hay drama alguno. El juicio moral ante los sucesos que afectan a los seres humanos, parece estar unido a la condición teatral.
Los maltratos que sufre la mujer en el entorno del hogar, agredida por su propio esposo o compañero sentimental-sexual, es alimento diario de los noticieros. Es saludable el esfuerzo de recrear en el foro público de un teatro, la dimensión humana y psicológica de los protagonistas de este drama cotidiano, que suele terminar en muchos casos en tragedia.
“Defensa de dama”, de I. Carmona y J. Hinojosa, es una pieza realista que pone el espejo de la escritura frente a una de las vergüenzas más íntimas que sufren muchas mujeres, intentando sanearla haciendo pública. Que una agresión salte a la prensa convertida en noticia es un alivio para los que la sufren; que llegue a la televisión es toda una conquista; pero, que además, suba a un escenario se convierte en una rara excepción honorífica.
José Luis Gómez ha dotado de intensidad teatral al chato decorado de una cocina vulgar de viviendas de la periferia, donde el paso de los trenes es como un reloj que siega la vida y el tiempo, a la par que los transporta y atropella. El director mima a sus intérpretes hasta obtener lo mejor de ellos, para construir con sus gestos, acciones y silencios, el armazón dramático del espectáculo. Consigue que la cuidada escritura escénica de la representación, complete el trabajo de los autores.
Ana Belén podría ser la reina del teatro español, si ella así lo quisiera. Apenas si existe otra actriz con tanto carisma, misterio e intensidad sobre la escena teatral española. Dando importancia a todo lo que le acontece a su personaje, consigue desprender un encanto insólito que hipnotiza al público: no se la puede dejar de mirar. Eso se llama madera de gran diva, de la que están hechas sólo las elegidas. Su personaje de María en esta obra lo demuestra. Alejada radicalmente de su personalidad, Ana Belén explora, se inventa y hace nacer una nueva gama de registros interpretativos, para dar vida a una mujer vulgar de gran belleza teatral.
Juan José Otegui realiza la interpretación más virtuosa de su fecunda carrera, encarnando al padre de María, un viejo paniaguado y arisco, que espera la muerte, y que se convierte en una de las más ricas interpretaciones teatrales que se hayan visto nunca. Antonio Valero, da vida al esposo de María, el maltratador que acaba de salir de la cárcel, y regresa al hogar, como un golpe de viento, como una bomba siempre a punto de estallar, y a la par como un canalla simpático, juerguista y con muy malas pulgas.
La noche del estreno el publico ovacionó insistentemente a todo el elenco y equipo artístico, respaldando este esfuerzo artístico comprometido, que ha tenido la ventura, además, de hacer regresar a Ana Belén al teatro. Ojalá sea por mucho tiempo, y en nuevos y numerosos proyectos.
La violencia engendró el teatro hasta el fondo de la médula, situando las leyes de la dramaticidad en torno al conflicto. Sin conflicto no hay drama alguno. El juicio moral ante los sucesos que afectan a los seres humanos, parece estar unido a la condición teatral.
Los maltratos que sufre la mujer en el entorno del hogar, agredida por su propio esposo o compañero sentimental-sexual, es alimento diario de los noticieros. Es saludable el esfuerzo de recrear en el foro público de un teatro, la dimensión humana y psicológica de los protagonistas de este drama cotidiano, que suele terminar en muchos casos en tragedia.
“Defensa de dama”, de I. Carmona y J. Hinojosa, es una pieza realista que pone el espejo de la escritura frente a una de las vergüenzas más íntimas que sufren muchas mujeres, intentando sanearla haciendo pública. Que una agresión salte a la prensa convertida en noticia es un alivio para los que la sufren; que llegue a la televisión es toda una conquista; pero, que además, suba a un escenario se convierte en una rara excepción honorífica.
José Luis Gómez ha dotado de intensidad teatral al chato decorado de una cocina vulgar de viviendas de la periferia, donde el paso de los trenes es como un reloj que siega la vida y el tiempo, a la par que los transporta y atropella. El director mima a sus intérpretes hasta obtener lo mejor de ellos, para construir con sus gestos, acciones y silencios, el armazón dramático del espectáculo. Consigue que la cuidada escritura escénica de la representación, complete el trabajo de los autores.
Ana Belén podría ser la reina del teatro español, si ella así lo quisiera. Apenas si existe otra actriz con tanto carisma, misterio e intensidad sobre la escena teatral española. Dando importancia a todo lo que le acontece a su personaje, consigue desprender un encanto insólito que hipnotiza al público: no se la puede dejar de mirar. Eso se llama madera de gran diva, de la que están hechas sólo las elegidas. Su personaje de María en esta obra lo demuestra. Alejada radicalmente de su personalidad, Ana Belén explora, se inventa y hace nacer una nueva gama de registros interpretativos, para dar vida a una mujer vulgar de gran belleza teatral.
Juan José Otegui realiza la interpretación más virtuosa de su fecunda carrera, encarnando al padre de María, un viejo paniaguado y arisco, que espera la muerte, y que se convierte en una de las más ricas interpretaciones teatrales que se hayan visto nunca. Antonio Valero, da vida al esposo de María, el maltratador que acaba de salir de la cárcel, y regresa al hogar, como un golpe de viento, como una bomba siempre a punto de estallar, y a la par como un canalla simpático, juerguista y con muy malas pulgas.
La noche del estreno el publico ovacionó insistentemente a todo el elenco y equipo artístico, respaldando este esfuerzo artístico comprometido, que ha tenido la ventura, además, de hacer regresar a Ana Belén al teatro. Ojalá sea por mucho tiempo, y en nuevos y numerosos proyectos.
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